4 de abril de 2014

Workawayeando

Aunque la primera razón para venir a Quintana Roo fue la boda de Anghel y Mohammed, pronto tuve una para extender mi estadía aquí: workaway, una red en línea que permite buscar lugares para hacer voluntariado en distintas partes del mundo, a cambio de, generalmente, estancia y servicios básicos y comida y trabajo de unas cinco horas al día. A mi parecer, una muy buena opción para un mochilero (aunque no la única; otras incluyen WOOF, Aupair o Help exchange).
Mi primer trabajo de voluntario lo hice en Tumbem Kuxtal, una pequeña granja cerca de Puerto Morelos, un kilómetro adentro de la selva.
Originalmente empezaría a principios de marzo pero se aplazó hasta la primavera (cosa que me tuvo sin cuidado), lo cual me dio la oportunidad de ir a Belice y conocer un poco más Quintana Roo. Una buena coincidencia el aplazamiento. Con instalaciones rústicas, electricidad a base de páneles solares (muy nuevo eso, antes solían usar un generador durante la noche y ya), baños composteros y todo el kit ecoconsciente, la granja recibe a voluntarios durante todo el año que quieran apoyar con el mantenimiento de las instalaciones, recolección de huevos y alimentación de los animales, entre otras cosas.

(La cocina. Rústico no significa cochino, me dijo Carlos cuando llegué)
(La creciente hortaliza; más planta entre las plantas)
(Originalmente un refugio para perros, la granja está llena hasta la médula de ellos)

(Y los mosquiteros tan elegantes pero que igual no fueron suficiente [y qué sí lo es] contra los mosquitos)

(Por la tarde, monos araña comen de los árboles. Encuéntrelo)

Apenas una semana y media bastó para familiarizarme. Me quedaría originalmente dos semanas, pero otra red de coincidencias me trajo a Carrillo Puerto a apoyar en una ong. Una semana y media que me hubiera gustado alargar más; qué rápido pasa el tiempo. No solo aprendí de la vida en una granja —un trabajo que siempre quise tener—, sino también fue un ambiente con más personas en situaciones similares a la mía: Carlos, el dueño políglota que ha viajado por el mundo, Gaia, la italiana que conoce muchísimo, Tom el inglés, Amandine y Tarik, una belga y un marroquí, pareja que comienzan su viaje por México y centroamérica, y los alemanes Nico y Rico, uno de ellos monje budista, que esperan llegar a Texas. Y mi actividad favorita: recoger los huevos de las gallinas.

(Ellas tampoco entienden qué está pasando)
Cuando le conté que lo haría, Lucy me dijo que el voluntariado es muy fresa. Quizá sea así, aunque creo que puede no serlo también: éramos puras personas sin dinero que aprovechaban la estadía que ofrece la granja para poder continuar vivos mientras se planea el siguiente paso y, en mi caso, se aprende. La finalidad, si bien sí lo es el medio, no es el altruísmo.
Con las piernas y rodillas llenas de reacciones alérgicas que aún me dan comezón, habiendo perdido la vergüenza para andar por la vida sin playera y familiarizándome con las plantas y animales, regreso al movimiento y el viaje.

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